El señor Pérez, hombre muy trabajador y con múltiples obligaciones se negó.
Fueron varias noches con sus días hasta que por fín la esposa lo convenció.
Aquella noche salieron en un taxi rumbo al mencionado tugurio, a la entrada los recibe el encargado de seguridad: buenas noches, ¿qué tal le va esta noche señor Pérez?.
Incrédula, la esposa le pregunta: ¿Te conoce?. Si, responde el señor Pérez, fuimos juntos a la escuela.
Llegan al guardarropa para dejar sus abrigos y la encargada los saluda: Bienvenidos, ¡déjeme su abrigo señor Pérez!.
De nuevo la esposa lo cuestiona: ¿Y ella por qué te conoce?.
Antes trabajaba en la oficina de secretaria.
Ya sentados se acerca el mesero: Buenas noches, ¿lo de siempre señor Pérez?.
La esposa no lo puede creer y molesta le pregunta: ¿Acaso ya habías venido a este lugar?.
¡ Como crees, de seguro que me está confundiendo con otro. !
El show da comienzo puntual a las once de la noche, un grupo de bailarinas comienza el espectáculo, todas vestidas con unas faldas tan cortas que no dejaban nada a la imaginación, la mas guapa se baja del escenario sin dejar de cantar y se dirige al señor Pérez, le da la espalda y se inclina para que le queden justo a la altura de su rostro aquellas divinas prominencias con las que se suele sentar la gente y dice:
¿De quién son estas pompitas?.
Y todas las demas a una sola voz gritan: ¡Pues del señor Pérez!, y todos se ponen de pie y comienzan a aplaudir lo cual pone realmente furiosa a la esposa y casi a arrastrándolo saca de quel lugar al señor Pérez insultándolo a mas no poder, pide un taxi el cual ya estaba ahí parado y no dejaba de insultarlo a lo que el taxista interrumpe:
¡A que señor Pérez, esta vez agarró una vieja bien brava y no como las demás!

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