-Cuando me muera, quiero donar mis ojos.
Otro se levantó y dijo:
-Cuando me muera, quiero donar mi hígado.
Todos los demás se fueron levantando y diciendo qué órgano donarían cuando muriesen. Le llegó el turno a Don Jaime, quien, con semblante serio, dijo:
-Cuando yo me muera, voy a donar mi pene.
Todos los presentes exclamaron:
-¡Qué generosidad, qué maravilla, nunca nadie se había ofrecido a donar ese órgano!
Después todos gritaron:
-¡Viva Don Jaime, que va a donar su pene!
A continuación todos corearon:
-¡Qué se levante, que se levante, que se levante...!
Don Jaime, esbozando una sonrisa, dijo:
-¡Si se levanta, no lo dono!

No hay comentarios:
Publicar un comentario