Gritos, imprecaciones, lamentos, lágrimas... Que quién ha sido el cerdo, que quiero saberlo, que ahora se lo dices a tu padre, etc., etc. La chica, una vez a solas, toma el teléfono y hace una llamada.
Media hora después se detiene ante la casa un Ferrari rojo último modelo del que sale un tipo maduro y distinguido, de pelo entrecano, vestido impecablemente con un elegante traje que se adivina carísimo. Toma asiento en el salón ante el padre, la madre y la hija y dice:
Buenos días. Vuestra hija me ha informado del problema. Sin embargo:
Yo no puedo casarme con ella porque tengo otra situación familiar, aunque me haré cargo.
Si nace una niña, le puedo legar 3 tiendas, 2 apartamentos, una villa en el mar y una cuenta de US$ 500 mil.
Si nace un niño, el legado será un par de fábricas, además de los US$ 500 mil.
Y si nacen gemelos, una fábrica y US$ 250 mil para cada uno.
En cambio, si pierde el embarazo...
En este punto el padre, que había permanecido callado todo el tiempo,
se levanta, le apoya una mano en el hombro y le dice:
¡Te la tiras de nuevo!

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